Salvador Dalí

El mundo del arte está lleno de grandes nombres, que con sus creaciones han aportado un poco de color a la vida de muchos de nosotros. El mero hecho de observar un cuadro en ocasiones han cambiado incluso nuestro humor. De estos genios creadores, uno de los que destacan por lo sorprendente de sus trabajos es el español Salvador Dalí.

Nacido hace más de cien años en Figueres, ya desde pequeño mostró un gran interés por el mundo del arte, pero con una clara vocación por crear ilusiones ópticas y figuras imposibles, como animales con atributos humanos o al revés, algo que se puede apreciar en algunas de sus creaciones de adulto.

En Madrid estudió Bellas Artes y tras probar con varios estilos pictóricos, decidió unirse al denominado surrealismo. Estas obras están cargadas de figuras ambiguas y de detalles que muestran a la vez grupos de personas que forman la cara de un solo personaje o siluetas que al reflejarse enseñan otras completamente distintas.

Uno de los cuadros más conocidos y valorados es el llamado cuadro de Los relojes blandos, en el que el mismo artista comentó que era una alegoría sobre la teoría de la relatividad de Albert Einstein.

Pero lo que más define a Dalí como artista es el llamado anamorfismo, en el que sus cuadros muestran todo un universo de figuras que se alargan se disuelven y se derriten mientras conforman todas ellas la representación de una sola que ocupa todo el lienzo.

Salvador Dalí fue un genio, e hizo de las ilusiones ópticas un vehículo a través del cuál nos enseñaba su forma de ver la vida, ya que el mismo pensaba que estaba aquejado de una extraña paranoia que le hacía ver la vida de una manera totalmente distorsionada. Pero como suele ocurrir con todos los genios, para llegar a un nivel significativo de genialidad es necesario estar un poco loco.